Como es costumbre, cada fin de año desde que tengo uso de razón, me la pase saludando y deseando un Feliz Año Nuevo a todos mis conocidos, familiares y amigos. Pero nunca lo hice conmigo mismo, nunca lo hice para mí. Siempre fue dirigido a la persona más cercana o masivamente mediante un e-mail y obviamente fueron siempre deseos sinceros.
Este fin de año será diferente. Este fin de año me pararé frente a un espejo y ante mi propio reflejo diré:
“Feliz Año Nuevo, Alberto Hung, que este 2011 y todos los demás sean excelentes años para ti. Que todas tus metas, tus objetivos como padre, como persona, como profesional y como pareja, se hagan realidad. Que tus sueños para el futuro, aquellas imágenes de las cosas que quieres, se plasmen en algo concreto, que se hagan realidad. Pero no esperes, Alberto, que las cosas caigan solas, que tus sueños se cumplan porque así ah de darse, ayúdale tu mismo al destino a concretar esos sueños, dale una mano con tus objetivos. Por otro lado, por más daño, dolor y sufrimiento que te hayan causado, no les desees lo mismo, al contrario, deséales siempre lo mejor para ellos también. Limpia tu corazón del dolor y quédate solo con las alegrías, limpia tu mente de los malos recuerdos y quédate solo con los momentos gratos, limpia tu alma de esa oscuridad para que pueda recibir una nueva luz. Alberto Hung, te mereces lo mejor del Mundo”.
Son los mejores deseos de mí para mí… y bueno, para ustedes también.
Este fin de año será diferente. Este fin de año me pararé frente a un espejo y ante mi propio reflejo diré:
“Feliz Año Nuevo, Alberto Hung, que este 2011 y todos los demás sean excelentes años para ti. Que todas tus metas, tus objetivos como padre, como persona, como profesional y como pareja, se hagan realidad. Que tus sueños para el futuro, aquellas imágenes de las cosas que quieres, se plasmen en algo concreto, que se hagan realidad. Pero no esperes, Alberto, que las cosas caigan solas, que tus sueños se cumplan porque así ah de darse, ayúdale tu mismo al destino a concretar esos sueños, dale una mano con tus objetivos. Por otro lado, por más daño, dolor y sufrimiento que te hayan causado, no les desees lo mismo, al contrario, deséales siempre lo mejor para ellos también. Limpia tu corazón del dolor y quédate solo con las alegrías, limpia tu mente de los malos recuerdos y quédate solo con los momentos gratos, limpia tu alma de esa oscuridad para que pueda recibir una nueva luz. Alberto Hung, te mereces lo mejor del Mundo”.
Son los mejores deseos de mí para mí… y bueno, para ustedes también.
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